Equipo de Prensa de Moceop:
Juan Cejudo Caldelas.- Cádiz Andrés Muñoz de Miguel.-Madrid Teresa Cortés García.- Madrid
Ramón Alario.- Guadalajara
Ante la durísima nota que el Comité Ejecutivo de los obispos españoles ha publicado en relación con la nueva ley aprobada en el Parlamento español sobre el matrimonio de homosexuales, queremos exponer con todo respeto, pero con toda libertad, lo que pensamos :
1 Nos parece que, una vez más, los obispos españoles han vuelto a manifestarse sobre esta cuestión con una dureza en la forma y en el fondo verdaderamente alarmantes.
Ya el cardenal del Vaticano López Trujillo ha dicho recientemente que España es un país totalitario. Que los funcionarios españoles deben negarse a celebrar esas bodas aunque corran el riesgo de perder el empleo.
Y ahora los obispos españoles nos dicen que la ley que va a ser definitivamente aprobada carece propiamente del carácter de una verdadera ley y que los católicos, como todas las personas de recta formación moral, no pueden mostrarse indecisos ni complacientes con esta normativa, sino que han de oponerse a ella de forma clara e incisiva… una ley que no tiene fuerza de obligar moralmente a nadie cada cual podrá reivindicar el derecho a la objeción de conciencia.
¿Por qué no animaron a los soldados españoles a la desobediencia cívica y a la objeción de conciencia cuando el anterior Gobierno lo llevó, con mentiras y de modo injusto, a una Guerra de Irak que tantos centenares de miles de muertos ha ocasionado y sigue ocasionando?
2 Creemos verdaderamente escandaloso que la jerarquía haga estas propuestas de desobediencia civil a una ley aprobada legítimamente en el Parlamento español.
De este modo se sitúan en una peligrosa situación más allá del sentido democrático y constitucional que impera en nuestro país y discriminando y marginando una vez más la defensa de los derechos humanos que los colectivos de homosexuales merecen.
Por eso no podemos aceptar esa llamada a la desobediencia cívica de nuestros obispos ni su llamada a la objeción de conciencia que pregonan.
Más bien comprendemos y apoyamos que la mayoría de los católicos puedan manifestar su objeción de conciencia a esa llamada de los obispos porque no responde a los valores evangélicos de Jesús, que siempre apostó por el Amor y la no discriminación entre ningún tipo de personas.
3 No compartimos que de nuevo nuestros obispos derrochen sus energías en este tipo de declaraciones y sí que echamos mucho en falta sus pronunciamientos de tipo social en cuestiones tan acuciantes como el injusto orden internacional económico que impera en el mundo que ocasiona abismales injusticias entre países ricos y pobres, problemas como la inmigración, que sí que provoca todos los días muertes en el Estrecho, en Canarias y en otros lugares, la terrible situación de la guerra y posguerra de Irak, problemas sociales de muy diverso signo (problema de vivienda, de paro, etc…).
4 Queremos que la opinión pública española sepa que no todos los cristianos compartimos la opinión de nuestros obispos. Somos muchísimos quienes al ver este tipo de declaraciones nos sentimos profundamente indignados y no nos sentimos representados en ellos. También este numeroso colectivo de cristianos somos Iglesia. La Iglesia somos todos, no sólo los obispos.
5 Tenemos el convencimiento de que nuestros obispos pretenden una vez más suplantar el papel del Estado pretendiendo dictar normas, desde su concepción conservadora de la moral, a toda la sociedad.
Cierto que tienen derecho a decir lo que ellos piensan, sobre todo de cara al colectivo de católicos de este país, pero nunca pretender que el Estado dicte normas para todos los ciudadanos (sean creyentes o no) partiendo del concepto estrecho de moral que los obispos defienden. Eso era propio de regímenes felizmente ya superados.
6 Creemos que Jesús de Nazaret apostó por el Amor como mensaje fundamental. Extender el derecho al matrimonio a dos personas que se aman, aunque sean del mismo sexo, no es incompatible en modo alguno con ese mensaje de Amor de Jesús, que nunca discriminó a nadie y extendió a todos el sentido de dignidad que como seres humanos tenemos. Él nunca hizo discriminación entre personas. Y “donde está el Amor, allí está Dios”.
7 Esperemos que en esta nueva etapa que la Iglesia está viviendo aún estemos a tiempo de vivir en permanente diálogo con el mundo y en atención continua a los problemas numerosos y variados del hombre de hoy. Sería muy deseable que nuestros obispos en España sepan estar a la altura de los nuevos tiempos .