RASGOS DE NUESTRA ESPIRITUALIDAD COMUNITARIA

Comunidad Cristiana De Base De Canillejas, Madrid

 • Para vivir en comunidad necesitamos realizar un esfuerzo diario por ser cada día más humanos con nuestros/as hermanos/as y con la gente que nos rodea.

• Jesús nos dice: “A vosotros/as os llamo amigos/as”. Valoramos profundamente la amistad que nos tenemos, como un don y una gracia que hay que agradecer y fortalecer constantemente.        

• La llamada que Jesús nos ha dirigido para formar parte de nuestra comunidad está en el origen de este bello y gozoso proceso de vida al que intentamos ser fieles cada día.

• Dios es el Misterio de Amor y de Vida que nos mantiene en una búsqueda permanente de su Ser en lo más íntimo de nuestros corazones, en todas las personas y en el mundo que nos rodea.

• Jesús es quien nos ha descubierto, con su vida, el verdadero rostro humano, misericordioso y cercano de nuestro buen Dios, Abba, Padre y Madre.

• Él predicó la Buena Noticia del Reino a los empobrecidos, excluidos y marginados. Ellos y ellas son los rostros que nos permiten descubrir la presencia silenciada, dolorosa y esperanzada del Espíritu en nuestro mundo.

• La solidaridad es, en nuestros días, el nuevo nombre del amor. Sin una entrega y un compromiso real con las personas más débiles, oprimidas y marginadas, nuestra vida y nuestras palabras serían una farsa.

• Precisamos de una mística muy profunda para vivir cada día con más sencillez, con una alegría y una felicidad más intensas. Las bienaventuranzas y los/as empobrecidos/as nos lo ofrecen y nos lo exigen.    

• Nuestra espiritualidad no admite parcelas, ni tiempos: debe encarnarse y abarcar toda nuestra vida. Siempre y en todo momento, debemos ir adquiriendo, con la ayuda de los demás, una  nueva forma de ser y actuar más humana, agradecida, gratuita: más divina.

•          No precisamos tener más, sino ser y entregarnos más. Para ello tendremos que vivir con más sencillez, ser menos consumistas y “perder el tiempo”, enriqueciéndonos al contemplar la belleza,  disfrutando y cuidando de la Naturaleza, fortaleciendo la amistad,  dialogando en profundidad, escuchando atentamente, celebrando la vida y la fe, en la búsqueda permanente de la auténtica libertad, que está en servir a los demás, como dice san Pablo.

• La Verdad no la posee nadie por completo. Entre todos y todas, durante el camino que recorremos en la vida, la vamos vislumbrando, nos va transformando, pero no llegaremos a poseerla nunca.  

• Junto a Jesús, nuestro principal Camino y Verdad, debemos vivir y beber de miles de manantiales que nos aportarán cauces para llegar a la auténtica Fuente: ejemplos de vida comprometida, testimonios que iluminarán nuestra senda, los/las pobres que nos cuestionan, animan y evangelizan.

• La contemplación y la lucha, el silencio y el anuncio, la ternura y la rebeldía profética no son actitudes contrapuestas, sino las dos caras de una misma moneda que debemos llevar a toda nuestra existencia.

• Todos y todas recordamos diversas circunstancias y a muchas personas que han influido poderosamente en nuestras vidas, que han fortalecido nuestro compromiso y nos han ayudado a reconocer lo que es de verdad esencial en la vida. Debemos recordarlos con cariño y mantener su presencia viva entre nosotros y nosotras.

• A pesar de las derrotas permanentes que sufren los oprimidos por parte de los poderosos de la tierra, ayer y hoy, debemos continuar siempre la lucha por la Justicia y la Esperanza. Si Jesús resucitó, nosotros y nosotras, junto a los excluidos de la historia, resucitaremos también a una nueva vida. En el Reino de Dios, que empieza ya en esta tierra.

• El camino hacia la fraternidad universal lo realizamos junto a todas las Iglesias, las diversas religiones y todas las personas que trabajan  por la paz y la justicia. Formando redes de amor y solidaridad, porque otro mundo, más cuidadoso con la madre Tierra y con la humanidad, es cada día que pasa más necesario y sólo posible si unimos nuestras manos, nuestras mentes y nuestros corazones.

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