Mª Carmen Pastor Izquierdo
Lo acontecido durante el desarrollo de la actual pandemia ha sacudido ciertamente las antiguas maneras de contemplar el mundo y la vida, desvelando una falta de fondo del sentido de propósito vital, nacida de la perspectiva de un futuro incierto. Nuestra civilización global precisa revisar todos los supuestos tradicionales de pensamiento, y deberá establecer una estrategia de renovación, en la cual, cambios de toda índole, tanto en el seno de individuo como en lo colectivo, pondrán a prueba nuestra capacidad para innovar.
En pocos meses se han trastocado sensiblemente los valores inamovibles de nuestras sociedades y civilización. La ansiedad y la incertidumbre se han instalado, lógicamente, en las mentes, y se han apoderado de “cosas importantes” de la vida: Salud, empleo, seguridad colectiva, relaciones interpersonales seguras, familia, amigos,… afectando tanto a la confianza propia, las relaciones colectivas, y la proyección hacia el futuro.
Nuevos retos
Retos completamente nuevos para las generaciones que pueblan hoy nuestro mundo, plantean si hay realmente lugar para la esperanza. Felipe Morente M. (UJA) dice: “Se nos agotan las fuentes ideológicas que nos aportaban seguridad, y hasta se desmoronan los motivos para seguir viviendo como antes. Todos los fenómenos holísticos que nos sustentaban están esperando una solución nueva que no llega porque no hay nada más a la vista que lo que nos ha traído a esta situación…Volver a la anterior normalidad ha dejado de seducirnos.
Hacia una nueva lógica socio-cultural
Las contradicciones del sistema, justifican esa incertidumbre infundida en el horizonte del ‘¿hacia dónde vamos?’”. La pregunta es: ¿Intervenimos en un contexto predecible, o incierto y cambiante? Cada mañana trae algo incierto que debemos vivir, ello exige cambios y adaptabilidad. Adoptar una nueva lógica sociocultural creativa, artística en el más amplio sentido de la palabra, capaz de afrontar los grandes temas que nos atenazan colectivamente, hambre, índice demográfico, salud global y medio ambiente, y capaz de devolvernos el equilibrio, implica que necesitamos inspirar cambios estructurales profundos nacidos de mentes flexibles, abiertas a nuevas opciones ideológicas.
Mente rígida, mente empobrecida
Paradigmas basados en cambios que atañen a la esencia del individuo, actitudes y enfoque vital, que nos deriven a un espacio estable de bienestar personal y social. El agotamiento de las fuentes de inspiración, genera una sequía generalizada de creatividad, imaginación y frescura como fuerzas de cambio, instalando una rigidez en principios y procedimientos, tanto colectivos, como individuales, ralentizando la renovación. Una mente instalada en la rigidez, es una mente empobrecida que sufre y hace sufrir a otros. Padece una condena autoimpuesta: vivir bajo un modelo obsoleto, que genera altos niveles de estrés y ansiedad… “Un modelo que se nutre de aquello que culturalmente nos enseñaron, y de valores y esquemas que utilizamos sin cuestionar, (…) sumiéndonos en una realidad, a veces, carente de impulso, de variación, de apertura al cambio, y también de nuevas oportunidades”
Lo que se denomina estado de “Rigidez Psicológica”. Personas caracterizadas por la rigidez psicológica viven en su particular escenario mental, sin admitir las novedades que trae el discurrir de ese “aquí y ahora” donde suceden tantas cosas. Estos perfiles no aprecian las oportunidades, no toleran las variaciones, rehúyen lo imprevisto… temen arriesgar, abrirse a otras perspectivas con las que permitirse crecer y atender mejor a aquello que estiman y valoran, bloqueándose ante la incertidumbre; “Alguien con rigidez psicológica se limita a seguir unas reglas fijas, las suyas. Es incapaz de mirar más allá de su área de confort, y lo que más le preocupa, es perder el control absoluto de su realidad. Ello ocasiona la incapacidad de ceder ante los demás, atender necesidades ajenas, ser tolerantes, admitir otros puntos de vista… Poco a poco sus relaciones personales pierden calidad, y se eleva la frustración, rompiendo su “férrea estabilidad” generando miedo y contradicción, lo que les lleva a intentar imponerse.
El pensamiento convergente
Esta manera de pensar enrarece profundamente su vida, así como sus relaciones interpersonales en el ámbito familiar, o sociolaboral. La flexibilidad mental es esencial para una vida sana, afrontar dificultades, disfrutar de unas relaciones sociales más felices, ser creativos y encontrar soluciones a los retos… J.P. Guilford, destaca la importancia de educar, desde un enfoque mental divergente, aunque hasta hoy se ha dado prioridad a un pensamiento convergente, donde la reflexión, pensamiento crítico, creatividad, originalidad, etc. están infravalorados frente al pensamiento lineal, de reglas predeterminadas, basado en procesos estructurados para llegar a una única solución correcta y verdadera, sin posibilidad de soluciones diversas igualmente válidas. Hoy, no se sostiene de manera tan simplista, que todas las cuestiones tengan una única forma de contemplarse y una sola solución correcta.
El pensamiento divergente
Según Gerard Martí Tejada en su artículo El pensamiento divergente: “El éxito del pensamiento divergente se centra en potenciar la capacidad de análisis desde diferentes puntos de vista de una misma problemática, redefiniendo y cambiando los hábitos del procesamiento de la información, innovándolos”, lo que aumenta la armonía y la creatividad. Disponemos de un gran número de opciones psicológicas y educativas, para entrenarnos y transformar no solo nuestra manera de pensar y trabajar, sino de relacionarnos y vivir nuestra vida (mindfulness, lluvias de ideas, métodos de consulta…). N. Lieberman, demostró en sus experimentos, que el pensamiento divergente, más flexible y abierto, fomenta estados emocionales positivos como la alegría, optimismo y bienestar interior. “Aporta nuevas perspectivas a los problemas, y fomenta un estilo de vida más saludable tanto a nivel psicológico como emocional limitando la aparición de psicopatologías tan habituales como la depresión, ansiedad o el síndrome de burn out laboral”. Una mente abierta es una mente serena, en constante evolución, capaz de conectar con otros a un nivel profundo. Lo que ocurra dentro de ti y cómo respondas cuando se te presente una situación de “confrontación entre mentes” es lo que determinará si tu mente es en verdad abierta. (Carlos Azuaje)