Luis Pernía Ibáñez
(CCP Antequera)
Desde la perspectiva de cultura y género en el mundo y de las ONG llama la atención el papel relevante de las mujeres en la provisión de alimentos para buena parte de la humanidad. Y una piedra angular sobre la que construyen este edificio tan importante, especialmente para los países empobrecidos, son los Bancos de Semillas.
Desde India a Chile pasando por numerosos lugares de África las experiencias de cuidado y conservación de la semillas por parte de las mujeres son innumerables. Un ejemplo que sintetiza esta aportación de las mujeres a la cultura alimentaria es la Articulación de Mujeres del Campo de la CLOC y la Vía Campesina, promotoras activas de la Campaña Mundial de las Semillas. En un extracto de Francisca Rodríguez, en Mujeres del Campo: Semillas para la Vida, sobre 21 desafíos para las mujeres rurales, indígenas y pescadoras (Articulación de Mujeres de la CLOC, ALAI 365, Chile, 2002 ) se especifican un conjunto de programas en diversos puntos del mundo en los que las mujeres hacen ver su papel no sólo de descubridoras, sino conservadoras y propagadoras de las semillas. Incluso se proponen recuperar especies que casi están extinguidas. Este conjunto de programas implica un reforzamiento bastante grande en el terreno de las alianzas. Alianzas con los sectores populares y la sociedad civil, y relación también con la gente que trabaja en el campo científico. Alianzas entre las mujeres de la ciudad y del campo, o sea, fortalecer el movimiento y solidaridad entre mujeres.
Pero esta campaña también busca recuperar valores, cultura o tradiciones, pero eso sí, estando alerta sobre qué tradiciones van a recuperar, porque muchas veces las tradiciones pueden volverse contra ellas.
Ellas trabajan en proclamar y recrear una agricultura urbana que permita mejorar la calidad de vida de los sectores pobres, para poder buscar esa resistencia que les permita generar un banco de semillas propio y recuperar un sistema productivo propio dentro del marco de la agricultura solidaria, que es la única forma para que las semillas sean patrimonio de la humanidad.
Es un reto de la Campaña recuperar las semillas originales y recuperar las formas tradicionales de tratarlas, la forma de guardarlas y conservarlas, la forma misma de producir y, como consecuencia, la forma tradicional de procesar alimentos sanos. Buscan además un sistema para compartir experiencias, establecer cómo se llevarán a cabo sus alianzas, y cómo van a ir evaluando este proceso. Recuerdan que para hablar de soberanía alimentaria es preciso tener materia prima y la materia prima son, justamente, los bancos de semillas, sus semillas, semillas para la vida.