Una mirada ecofeminista: Compartiendo las intuiciones ecofeministas de Ivone Gebara

AMPARO MADRIGAL VÍLCHEZ

 De acuerdo con la antropóloga Aurelia Martín Casares 1, las palabras claves de la corriente ecofeminista actual son: mujeres, espiritualidad y sur. Y es que el ecofeminismo está asociado desde sus orígenes a la lucha contra la exclusión, la marginación y la pobreza de las mujeres de los países empobrecidos. Por ello, entre sus representantes destacan los nombres de mujeres de países del hemisferio sur: Movimiento de las mujeres Chipko, Vandana Shiva, Bina Agarwal (India), Val Plumwood (Australia), Movimiento del Cinturón Verde, Wangari Mathai (Kenia), Bila Sorj, Ivone Gebara (Brasil), el colectivo Con-spirando conformado por mujeres latinoamericanas de México, Venezuela, Perú, Argentina, Bolivia, Uruguay, Chile y Brasil.

Según Ivone Gebara 2, el ecofeminismo surge en los años 60, y nace de la conjunción creativa de los movimientos ecologistas y de los movimientos de mujeres feministas, quienes comienzan a denunciar al patriarcado como la causa de la explotación y dominación de la naturaleza y de las mujeres, es decir, surge de los movimientos que denuncian las agresiones al medio ambiente, y de los movimientos que luchan por liberar a las mujeres de la situación de subordinación, explotación y violencia ejercidas contra ellas. La finalidad del ecofeminismo es lograr un cambio positivo de las relaciones entre varones y mujeres, y de las relaciones de ambos con el ecosistema.

Pero no se trata de la simple sumatoria de temas -ecologismo y feminismo-, sino de un enfoque global que ilumina aspectos inéditos tanto para el ecologismo como para el feminismo, y por tanto tiene que franquear algunos riesgos para alcanzar su finalidad. Entre los riesgos se menciona el hecho que la ecología ha sido una disciplina elitista y masculina, poco preocupada por la problemática social que atañe a la gran masa de marginados/as de la tierra, y menos a la problemática que afecta a las mujeres.

Otro riesgo es la “tradicional” asociación de la naturaleza con las mujeres, concepción rescatada por las teorías esencialistas que entienden que la persona y la naturaleza son complementos inseparables, y que se fundamenta en la concepción hinduista del principio femenino y creador del cosmos. Según este principio, la mujer produce y reproduce la vida no sólo biológicamente, sino también a través de su función social de proporcionar sustento.

En este sentido, para algunas ecofeministas, la concepción esencialista del principio femenino conlleva el riesgo de perpetuar los roles de género tradicionales que reducen a las mujeres al papel de “la eterna madre por naturaleza”, único papel fomentado y reconocido a las mujeres desde el patriarcalismo.

Para Ivone Gebara, su “línea de trabajo filosófica y teológica no suscribe la perspectiva esencialista, ni la supremacía de la diferencia. La cuestión fundamental no es sacralizar el mundo de la naturaleza, ni el mundo de las mujeres”. Para ella, “la postura ecofeminista es una postura política crítica, porque la problemática ecológica tiene que ver con el sexo, la raza y la clase, y por consiguiente no puede ser estudiada como disciplina aislada de la problemática social mundial en la cual vivimos …/… A partir de estos hechos, se justifica la organización especial de las mujeres, para hacer frente a esas problemáticas y entrenarse mutuamente en el ejercicio del poder político y religioso, del cual fuimos sistemáticamente excluidas”.

Afortunadamente, cada vez son más numerosos los grupos de mujeres implicados en promover los cuatro principios fundamentales de la Carta de la Tierra, con la esperanza de que su consecución facilite un modo de vida sostenible que permita la distribución racional de los bienes naturales, así como alcanzar una sociedad con justicia social, democrática, no violenta y en paz.

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