Utopía 123: El cuidado del planeta.
La especie humana ha surgido en el útero fecundo de la madre Tierra. La humanidad ha crecido, y ahora pensamos que no necesitamos la tutela materna, incluso que podemos explotarla a nuestro antojo. Olvidamos que una persona puede matar a su madre y seguir viviendo; la humanidad no.
Seguimos siendo el feto encerrado en el vientre húmedo de la madre, y necesitamos vitalmente de ella. La salud y vitalidad de la madre Tierra es condición básica de nuestra propia salud y vitalidad.
Es el mensaje que se encierra en los miles de avisos y advertencias que se hacen desde el mundo científico sobre el riesgo que corre la biosfera de nuestro planeta, y con ella la vida de la humanidad. Lo malo es que esos avisos no caen en saco roto, sino algo peor: caen en un mundo dominado por el capitalismo, y el capitalismo es explotador por naturaleza, también de la madre Tierra.
El capital busca el beneficio por encima de todo, y en la naturaleza se encierra una riqueza que no puede dejar de explotar. Es verdad que ahora algunos hablan de que el capitalismo puede plantearse el cuidado de la naturaleza como una nueva fuente de negocio. Pero si es negocio, tiene que producir unos beneficios. ¿De dónde saldrán esos beneficios? ¿De seguir explotando la naturaleza aunque ahora sea bajo un manto verde? ¿De una mayor explotación de los que viven de su trabajo, que no sólo tendrán que financiar el cuidado del planeta, sino los beneficios del capital empleado en esa tarea? Además el modo de vida que impulsa el capitalismo, una vida consumista, es algo nefasto para la conservación de nuestro planeta. Promueve un derroche de recursos y una acumulación de residuos que es totalmente insostenible.
Tenemos que poner el mayor empeño en la lucha cultural y política que nos lleva a la superación del capitalismo. Y para eso es importante ser capaces de disfrutar de la naturaleza. De la naturaleza que tenemos en nuestro entorno, no es necesario participar en una expedición al Himalaya o viajar al Caribe para disfrutar de un rato entorno natural. Siempre, aunque sea recorriendo la montaña en un día de perros o cruzando campos de Castilla bajo un sol de fuego, se encuentra algo gratificante y estimulador. Un atardecer en las rías gallegas o un paseo bajo un bosque de hayas en el Pirineo no tienen precio. Y la naturaleza es un bien público, está ahí para el que quiera gozar de ella. El disfrute de la naturaleza al que nos referimos no tiene nada de consumista. Es una contemplación admirativa, y al mismo tiempo, una sintonía con el hondo latir del Cosmos que nos rodea y al que pertenecemos, un universo cuyos límites se nos escapan en todas las direcciones. Sentirnos fascinados ante la maravilla de la vida que surge en la más pequeña hierba y ante las nubes que nos traen la hermana lluvia, nos confortara en la lucha por defender la biosfera de nuestro planeta