Poema: El lugar que anhelamos.

Esther Fernández Lorente

El lugar que anhelamos.

Existe el lugar que anhelamos,

el lugar de los sueños de la infancia,

donde las luciérnagas inician los senderos,

los árboles susurran nuestro nombre

y los ríos transparentes cantan;

donde los dedos del viento peinan la piel

y la lluvia empapa nuestros ojos

dibujando los contornos de las almas;

donde huele a caricia y agua de flores,

a pan caliente, nuez moscada y café,

y las nubes destilan calma, mucha calma.

Existe un lugar para el descanso,

para el sentido hondo de las cosas;

es el lugar de la luz y la confianza,

donde los pasos son pasos de alegría,

cortos o largos, rápidos o lentos,

qué más da, pasos sin un “hacia”;

donde apoyamos el pecho entre las manos

de la tierra cálida y firme que nos nutre,

donde los miedos se dicen y callan.

Existe un lugar que aún recordamos,

como entre las brumas del deseo

que ha teñido con el tiempo la mirada.

Olvidamos la ruta, y damos vueltas

palpando la separación que duele,

el hueco que añora la nostalgia,

que nos lleva a buscar lo  extraordinario,

a vagar a lejanos horizontes,

sin saber que se encuentra en las entrañas.

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