Con este número despedimos desde la esperanza el ciclo Voces de mujer. UTOPÍA le ha dado voz en los ámbitos cultural, social, económico y religioso. Voz de media humanidad silenciada, voz alternativa a la crisis del patriarcado. Damos así entrada al ciclo de 2010, Alternativas a la crisis actual.
A lo largo del año en curso voces de mujeres –y de hombres– han ido desgranando un rosario de injusticias y desigualdades, también de realizaciones y potencialidades. Así lo hemos visto en la generosidad de las mujeres hacia las desfavorecidas o la importancia de la educación para la mujer o de informaciones objetivas sobre la sexualidad femenina o del respeto a las distintas opciones sexuales o del papel real de la mujer en la historia o del ninguneo hacia su creatividad en todos los campos o de su exigencia por imponerse como propietaria única de su cuerpo…
En un discurso generador de desigualdad se ha hablado durante mucho tiempo de las diferencias sexuales, discurso que nace de un aprendizaje mal entendido; poco se ha reflexionado acerca de la vertiente de género femenino aplicable a todos los seres humanos en un sentido positivo, como puede ser la potenciación de la sensibilidad y la dulzura. Nosotros hemos querido también abrir esa puerta.
Ante un mundo en crisis empezamos a vislumbrar que la perspectiva femenina puede ser una alternativa válida al modelo patriarcal, fracasado. Quizás debería generalizarse en ese sentido, como ya dijimos en su momento, una asignatura en la cual el modelo femenino fuese objeto de estudio, que permitiese una asunción nueva de roles que condujera a un progreso global –que no globalizador– y real de la humanidad. Comprenderíamos así la lucha de las mujeres por obtener una igualdad real y una legislación realmente justa sobre la violencia de género. Que, finalmente, dejase de ser la mujer el sujeto que cuida y pasase a ser, también, el sujeto cuidado.
Analizamos las consecuencias de la crisis económica en la mujer y comprobamos que la compartía con los más desfavorecidos, que era una víctima más del sistema capitalista, en su caso agravado, por su carácter de receptora. También constatamos que una visión femenina del planeta Tierra se acerca a los planteamientos ecologistas más avanzados y que ya hay un modelo positivo desde la perspectiva del género femenino ante la actual crisis económica.
Hemos dejado para el final nuestras observaciones acerca del papel de la mujer en la Iglesia. A lo largo de las diferentes secciones, artículos y reseñas hemos buscado el rostro femenino de Dios, nos hemos planteado una serie de cuestiones: ¿Con qué Iglesia sueña la mujer de hoy? ¿Dónde encontrar modelos aceptables en el siglo XXI? ¿Qué experiencias de María de Nazaret, María de Betania, María de Magdala… nos pueden ayudar? ¿Qué podemos rescatar de sus actos y palabras? ¿Hay en el Nuevo Testamento modelos a los cuales asirse? ¿Podemos proyectar así una visión de la Iglesia con la mujer en pie de igualdad? ¿En qué medida se puede hablar de ausencia y presencia de la mujer en la Iglesia?
También hemos buceado en situaciones nuevas, como aquellas CCP donde la mujer tiene un papel más activo o algunas comunidades religiosas femeninas que viven experiencias alternativas muy interesantes o qué nos dice la Escuela Feminista de Teología.
Nuestros lectores nos han seguido en estos cuatro números y, con nosotros, han descubierto y han reflexionado. Todos hemos sacado conclusiones. Que quede, pues, constancia de todas ellas como alternativa a esta crisis de valores, desde las voces de todas las mujeres.