Nos ha tocado vivir la globalización, un intento de unidad por el dinero y el mercado, con muros, reales o burocráticos, que mantienen al margen de la vida a los que no tienen dinero. Un mundo en el que todavía las religiones forman parte de la identidad cultural. Un mundo en el que Dios manda matar a los diferentes. Un mundo en el que no tienen cabida los emigrantes ni los pobres.
Punto Omega
Hablaba Teilhard de Chardin de que la materia, la vida y la conciencia están en una evolución continua y que esta evolución lleva a una cada vez mayor unidad, al mismo tiempo que a una cada vez mayor complejidad, hasta llegar al Punto Omega, punto de máxima unidad y máxima complejidad: una sociedad única de diferentes.
Decía que el fascismo y el comunismo son intentos de unidad fallidos porque no soportan la complejidad y la diversidad e intentan acabar con ella por la violencia.
La nueva era antropozoica
Hemos llegado a un momento en la evolución que algunos consideran una nueva era, la era antropozoica, porque el ser humano interviene en la evolución y la puede dirigir.
Apostamos en Utopía por una sociedad plural en la que tengan cabida todas las culturas y todas la religiones. Cosa bien difícil y alejada de la realidad en una sociedad fortificada que no permite la entrada de subsaharianos, que mueren a diario en el intento de llegar. Recuerdo el fuerte impacto que nos produjo el primer cadáver traído por el mar; ahora llegan cientos y ni nos impresiona. Es lo normal. Hasta ahí hemos llegado.
Publicamos tres reflexiones:
Identidad y convivencia con los diferentes en una sociedad plural, de Jesús Bonet
Cultura y religión en una sociedad violenta, de Emiliano de Tapia
Los inevitables dioses, de Antonio Zugasti
Apostamos por una utopía: una sociedad plural en la que tengan cabida sin problemas las diferentes culturas y las diferentes religiones.
En una sociedad cada vez más plural todos hemos de definir bien nuestra identidad, pero sin miedo a las identidades de otros ni a las diferencias, rechazando únicamente los fundamentalismos y la violencia. El “diferente” cuestiona al “normal”, sus seguridades; pero la “diferencia”, la diversidad, es una riqueza para cualquier sociedad.
Podemos llegar a una sociedad laica, pero creo imposible que lleguemos a una sociedad sin dioses. Pueden ser los dioses más diferentes, pero ahí están todos, señalándoles su camino a los seres humanos. Caminos que pueden llevar a la hecatombe. Nuestra tarea es seguir el camino de Jesús, un camino de salvación.
Y hoy está clarísimo cuál es el dios verdadero de la sociedad capitalista. El clamor de los musulmanes: “No hay más Dios que Alá y Mahoma es su profeta”, ha sido sustituido por la profesión de fe capitalista: “No hay más dios que el Dinero y el Mercado es su profeta”.