ACTÚA PARA CONSTRUIR LO COLECTIVO

Lo peor que le puede suceder al ser humano es quedarse parado, quedar inmóvil. El movimiento es vida. En los tres números de este año lanzábamos el reto de pensar, hablar y unirse. Pero el pensamiento, la palabra y la unión se quedan cojas sin algo más. Hoy vamos a lanzar un nuevo reto, quizás, tras la reflexión y la propuesta, el más importante. Hoy lo que proponemos es que nos atrevamos a ACTUAR.

Actuar es hoy más necesario que ha sido nunca. En un Estado paralizado por los recortes, estrangulado por la falta de apoyos a quienes peor lo están pasando, donde se está criminalizando el activismo social, sólo si actuamos, si luchamos, individual y colectivamente, podremos dar respuesta a todas esas personas y situaciones que no admiten más inmovilismo.

Como seguidores de Jesús de Nazaret tenemos dos mil años de historia, de historia de compromiso con los  más desfavorecidos, de denuncia de las injusticias, de trabajo para construir el Reino. Nada de lo humano nos ha sido nunca ajeno al mensaje del Evangelio, y menos el sufrimiento y la injusticia. Pero actuar tiene que ser más que poner paños calientes en las heridas. Tenemos que convertir nuestra acción en un nuevo movimiento de pensamiento y esperanza para lograr poner las bases de un nuevo modelo, de una nueva sociedad, de una nueva humanidad.

Las cosas están mal, pero eso no significa que no puedan cambiarse; todo lo contrario, es la señal de que el sistema, los sistemas, ya no funcionan, tenemos que buscar un nuevo modelo. Hemos pensado, hemos hablado, estamos unidos. No podría entenderse que ahora, con todo el proceso previo necesario, nos detuviéramos. ¿Cómo? De mil formas y empezando por nuestra propia realidad. ¿Cómo? Tal vez tenemos más de lo que necesitamos, compartámoslo. Pero hay más. A veces lo único que necesitan los otros es que les escuchemos, recibir nuestro calor, nuestro apoyo, nuestra denuncia solidaria. O tal vez empezando a construir algo diferente en nuestro barrio, en el trabajo, como se decía en el mayo francés: “la imaginación al poder”.

Y sigamos en movimiento. La unión es la mejor de las maneras para plantar cara a las agresiones, ya sean físicas, en derechos, en libertades, emocionales. De la unión, también sabemos las cristianas y cristianos y si hemos llegado hasta aquí ha sido porque hemos sabido compartir un mensaje universal y, sobre todo, hemos intentado ponerlo en práctica allá donde nos encontremos. Desde el barrio a las asociaciones donde nos movemos, en los sindicatos, en los partidos, incluso en la Iglesia.

No hay un modelo único de acción, de actuación; pero si hay un objetivo único y en línea con nuestro año “utópico”, ese objetivo es Seguir defendiendo, seguir construyendo lo colectivo.

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