ADA COLAU

Evaristo Villar

 “De un lado están las víctimas, que se expresan a través de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca y las asambleas del 15M… Al otro lado está la banca, que ha movido ficha en las últimas semanas ante la presión popular… El gobierno, tercer actor, aprobó el pasado 15 de noviembre un real decreto de medidas urgentes sobre los desahucios que no asume ninguna de las reclamaciones de las víctimas y sigue al pie de la letra las propuestas de la banca” (Editorial de www.redescristianas.net, del 25/11/12).

Ada Colau Ballano es una activista social, una de las y los fundadores de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca en Barcelona en 2009, de la que es su actual portavoz. Ada es coautora del libro Vidas Hipotecadas. La entrevista tuvo lugar en la estación de Atocha, esperando el AVE, entre las 15:15 y las 15: 50 del cinco de julio de 2013.

 Como filósofa, escritora o activista, ¿en cuál de esos escenarios te sientes más cómoda?

Me reconozco como activista de los derechos sociales. Y, en concreto, del derecho a la vivienda que es donde tengo más experiencia. Ahora, lo que marca mucho mi vida es que soy madre. Tengo un niño de dos años que es lo más bonito que he hecho en mi vida.

¿Y sacas tiempo, en tu actividad deslumbrante, para dedicarle al bebé?

Sí, porque nunca hemos vivido en casa esta nueva presencia como algo separado de nuestras vidas. Hemos llevado a nuestro hijo a asambleas y manifestaciones como la cosa más normal. También reservamos espacios especiales para dedicárselos a él. Cuando estás jugando con el niño, él mismo te desconecta del activismo de cada momento. Y esto es muy saludable. Lo de filósofa y escritora es por los estudios universitarios y por la necesidad de transmitir la experiencia acumulada en la Plataforma. Pero, ciertamente, no me veo como filósofa ni escritora. Donde me siento más cómoda es en el activismo social.

¿Por qué le molesta tanto al PP el premio que acaba de otorgarte el Parlamento Europeo como Ciudadana Europea 2013?

El premio es a la Plataforma. No debemos confundir la persona con la Plataforma. Pero al PP les molesta porque les pone en evidencia. El PP está haciendo el ridículo constantemente. Lo ha hecho en el Estado español quedándose absolutamente solo defendiendo los intereses de los bancos y dando la espalda al clamor ciudadano. Se ha quedado solo en el Parlamento al aprobar una ley que no recoge ninguna de las demandas de nuestra Iniciativa Legislativa Popular (ILP). Hay que decir que, aunque ganara las elecciones, esta soledad es claramente una falta de legitimidad. Ahora todo el mundo sabe lo que la ciudadanía quiere: que se paren los desahucios y se busque con las financieras una solución racional al problema de la vivienda.

Y el Partido Popular sabe que, al no hacer eso, está profundizando la distancia con la ciudadanía. Y para desviar la atención no se le ocurre otra cosa que intentar criminalizarnos, sin éxito, con una campaña en la que nos ha calificado de terroristas y nazis.

Tampoco ha conseguido engañar en Europa. En el Parlamento Europeo el señor Iturgáiz hizo el ridículo quedándose solo incluso frente a los partidos de su grupo parlamentario. Los parlamentarios, después de oír nuestra exposición, lo miraban con vergüenza ajena. Por si esto fuera poco, la sentencia del Tribunal de Justicia de la UE ha venido a legitimar nuestras reivindicaciones y las luchas del pueblo por defender su derecho a la vivienda.

Si tuvieras ocasión, ¿a quién le tirarías un zapato? O también, ¿a quién le dirías a la cara que es un “criminal”?

Volvería a hacerlo con quienes lo hice, con los directivos de las agencias financieras, que han tenido y siguen teniendo claramente un comportamiento criminal.

Pero desearía hacerlo también con los responsables políticos, las mayorías parlamentarias, tanto socialistas como populares, que han sido cómplices directos de ese comportamiento criminal. No solo han mirado al otro lado, sino que han participado activamente en este atropello. Y esto clama al cielo porque son doblemente culpables: porque no han hecho nada para parar la voracidad de los bancos y porque han legislado en contra del interés del pueblo.

Entonces, llamar criminal e incluso tirarle un zapato, no solo indica la rabiosa espontaneidad del momento, es más, es gritar abiertamente: “delante de mí se están diciendo barbaridades; aquí hay un señor que es responsable del sufrimiento de mucha gente y está hablando contra las víctimas con absoluta impunidad y todo el mundo se calla; alguien tiene que pararlo; y si no lo hacen los responsables públicos tendremos que hacerlo la ciudadanía”.

Es muy llamativo que, después de mi comparecencia en el Congreso, la gente me paraba por la calle diciéndome: “¡Qué maravilla, escucharte decir en voz alta lo que todos estamos pensando!”.

La gente te ve habitualmente como la “cara visible” de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH). ¿Qué hay en rea­lidad detrás de este nombre: un grupo más o menos grande de indignad@s, un incipiente partido político, una acción reivindicativa de la ciudadanía, una…?

La Plataforma nació hace más de cuatro años en Barcelona para hacer frente a una situación de emergencia: desahucios masivos, vulneraciones graves del derecho a la vivienda. Es una forma básica de autoorganización. No pretende hacer asistencialismo ni caridad. En este sentido, la Plataforma no solo denuncia las ejecuciones ilegítimas, sino que busca respuestas eficaces.

Desde el principio tenemos muy clara la necesidad de cambiar las reglas de juego. Porque, mientras haya una legislación injusta ni el mejor de los abogados te podrá librar del desahucio. Pero, al mismo tiempo, porque es una situación de emergencia y hay vidas en juego, necesitamos buscar mecanismos de autotutela de nuestros derechos. Y ahí es cuando empezamos a hacer asesoramiento colectivo, negociación con los bancos, gestos de presión para desbloquear casos, etc. Y, cuando todo eso fracasa, hablamos con las administraciones, los partidos políticos, presentamos denuncias en los juzgados, vamos a servicios sociales, etc. Y, cuando, a pesar de todo, llegan los desahucios, empezamos a hacer campañas de desobediencia civil y de resistencia a los desalojos.

Todo esto para decir que la Plataforma es un movimiento social que está por la conquista y la defensa del derecho a la vivienda. No es un partido político, ni pretende serlo. Se trata de un movimiento muy plural, muy transversal, que no pretende presentarse a las elecciones. Pero sí que intenta provocar a los partidos para que respondan a este problema. Porque cualquier democracia consolidada lo primero que debe tener es una sociedad civil fuerte y bien organizada. Capaz de vigilar al poder para que no se corrompa y haga lo que tienen que hacer en función de los intereses de la ciudadanía.

Actualmente la democracia está muy erosionada entre nosotros por los mismos representantes que no cumplen con las reglas de juego. El bipartidismo ha hecho mucho daño creando reglas para que unos pocos se mantengan siempre en el poder. Necesitamos ese cambio al que todo el mundo aspira y que cada cual llama de distinta forma (proceso constituyente, refundación de la democracia, segunda transición), pero que apuntan en la misma dirección: el actual sistema de partidos no responde a los intereses generales y hay que cambiarlo. Pero en la PAH tenemos muy claro que este cambio corresponde a la ciudadanía y que a la Plataforma como tal no nos corresponde liderar el proceso.

¿Cuenta la Plataforma con alguna ideología compartida por la mayoría?

No. La PAH no se define ideológicamente. A nadie se le pregunta por su ideología ni sus creencias. Se trata de un movimiento muy transversal en el que participa gente muy distinta: jóvenes y mayores, emigrantes y autóctonos, de clase baja y de clase media. Porque la vivienda nos afecta a todo el mundo.

Cuando estalló esta burbuja, mucha gente, que estaba viviendo con normalidad porque desde el mismo Estado se le estaba asegurando que su hipoteca era una inversión segura de futuro, cayó en la cuenta de que estaba endeudada de por vida. Miles de personas de todo tipo y profesión han pasado de tener un trabajo, formar una familia y tener una casa a perder, en poco tiempo, trabajo, casa, estatus económico y estatus social. Con la depresión y pérdida de autoestima que todo esto supone.

A la gente le costó mucho reaccionar en los primeros momentos porque se sentía sola y culpabilizada. Vivimos en una sociedad en la que se estigmatiza la pobreza de quienes menos tienen y se magnifica la acumulación fraudulenta de quienes roban y de quienes, después de saquear las arcas públicas, ocultan el dinero en Suiza.

La Plataforma ha tenido que hacer frente a todo esto, a lo que, además, van asociados problemas de ansiedad, depresión, alcoholismo, suicidios y toda suerte de patologías, entre ellas la violencia de género. La gente no está loca, enloquece.

A pesar de las provocaciones e intentos de demonización oficiales, vuestros métodos no parecen particularmente violentos. ¿Cómo se explican sin violencia las ocupaciones de inmuebles, las paralizaciones de desahucios, los escraches ante los responsables bancarios y políticos de la actual situación?

Una cosa es ejercer en la vía pública y ante los responsables públicos tu derecho a los escraches con pancartas y pegatinas, cosa que en cualquier democracia es perfectamente normal y habitual, y otra es ejercer la violencia. Invitamos a defender los propios derechos, no a la violencia contra nadie. En los desahucios, por ejemplo, donde la violencia institucionalizada está causando verdaderos estragos en miles de personas a quienes les está destruyendo la vida, practicamos la desobediencia civil. Porque la verdadera violencia no está en quien ejercita pacíficamente un derecho, sino en el acoso de los bancos que dejan a la gente cruelmente tirada en la calle. ¡Eso sí que es violencia!

Ellos ejercitan la violencia amparándose en una ley injusta. Y, para cambiar esta tendencia, nosotros hemos ofrecido propuestas concretas y alternativas. Pero en seis ocasiones los dos partidos mayoritarios, PP y PSOE, han votado en el Parlamento en contra de nuestras demandas. Se trata de un Parlamento sordo ante el clamor de su propia ciudadanía. Y, cuando esto ocurre, no nos dejan otra salida ética que la desobediencia a sus leyes injustas. Esta práctica de la desobediencia civil se ha practicado siempre a lo largo de la historia de la humanidad. En caso contrario, la humanidad no habría avanzado jamás.

Si tuvieras que presentar a día de hoy un balance de resultados de la PAH, ¿cuál sería este en sus capítulos mayores?

La Plataforma tiene como objetivo máximo cambiar la ley hipotecaria. Pero mientras ese cambio llega, estamos consiguiendo muchas pequeñas grandes victorias: daciones en pago, alquileres sociales, retención de licencias a nivel local, etc. Estas pequeñas victorias nos demuestran que lo que nos han estado diciendo es falso, es decir, que no hay alternativas. Claro que las hay si la gente se une. Porque lo que le interesa al poder es que cunda el pesimismo, la sumisión y la división de la gente.

Frente a todo esto, tanto la Plataforma como el movimiento 15 M estamos consiguiendo algo mucho más importante: cambiar el imaginario colectivo. Demostrar que no estamos locos, ni estamos solos. Que somos mayoría. Cuando el 15 M llena las calles de las ciudades algo muy importante está ocurriendo: la gente ha empezado a nombrar la realidad. Se nos ha dicho que lo que está ocurriendo es una crisis. Pero esto no es verdad. Lo que está ocurriendo es, en realidad, una estafa. Hay unos responsables a los que tenemos que exigir responsabilidad. Somos el 99% que, si nos unimos, podemos cambiar las cosas. Podemos hacer que la solidaridad llegue a ser un valor mucho más preciado que la competitividad. Y esto ya está empezando.

Profundizando un poco más en el tema, ¿qué representa hoy el factor vivienda en el conjunto del Estado español? ¿Para qué porcentaje de personas está siendo hoy un problema?

Junto al tema laboral, la vivienda, ya desde antes de la crisis, es el principal factor de precariedad en este país. La vulneración del derecho a la vivienda no solo se produce con el riesgo del desahucio, que es su máxima expresión, esto ha estado ocurriendo durante mucho tiempo antes, cuando las familias han tenido que destinar más del 50% de sus ingresos al pago de la casa. Esta práctica aberrante compromete todo tu proyecto de vida. Supone tener a la gente esclavizada en su trabajo durante más de treinta años, exigiéndole que no se rebele, que no exija sus derechos porque tiene que pagar la hipoteca. Esto parece increíble, es una versión contemporánea del sometimiento y la esclavitud. Esto ha precarizado la vida de millones de personas.

Siendo la vivienda un derecho protegido por la Constitución de 1978 (art. 47), ¿qué juicio te merece la actual Ley Hipotecaria (Ley 1/2013, del 14 de mayo), aprobada en el Parlamento exclusivamente por el PP, en respuesta a la ILP contra los desahucios, promovida por la PAH?

Es inútil. No va a resolver el problema porque no escucha las soluciones que se le dan, ni las normativas de la UE. Vulnera derechos fundamentales. Para lo único que sirve es para que los bancos ganen más tiempo para seguir ejecutando y desahuciando y para que el Estado les limpie los balances, rescatándoles una vez más con el banco malo que les limpia de activos contaminados. Es un insulto no solo a las personas afectadas, sino a toda la ciudadanía. Es, en definitiva, una ley profundamente antidemocrática.

El Tribunal de Justicia de la UE ante el caso Mohamed Aziz, presentado por el juez mercantil de Barcelona José María Fernández Seijo, declara (14 de marzo de 2013) que la Ley Hipotecaria española viola la normativa comunitaria y, en consecuencia, es incompatible con la Directiva Europea. ¿Cómo se ha recibido en España esta toma de postura? ¿Qué significa, en última instancia, esta declaración?

Una cosa es clara: no podemos esperar a que ningún tribunal de fuera venga a resolver nuestros problemas. Nuestros problemas se resuelven con la voluntad y movilización ciudadanas para cambiar la correlación de fuerzas. Es una cuestión de poder. Y esto se demuestra en la calle.

Pero, dentro de esta estrategia, hay que utilizar todas las vías posibles. En este sentido, la declaración del Tribunal de Justicia de la UE es muy importante no solo por sus decisiones jurídicas, sino también por la referencia simbólica que supone de cara a la reivindicación de la justicia. El hecho de que este alto tribunal acabe dando la razón a un abogado y a su representado significa que vale la pena luchar hasta el final, aunque cueste. Este es el espíritu que nos anima en la Plataforma cuando gritamos “sí se puede” ante las mayores dificultades. No se puede dar nunca por perdida ninguna causa justa.

Estás respondiendo para una revista de inspiración cristiana y yo tengo la obligación de hacerte esta última pregunta: ¿cómo ves el actual comportamiento de la Iglesia ante los desahucios?

Por lo que yo conozco, hay una diferencia muy grande entre lo que son las Comunidades de Cristianos de Base –que siempre han estado con los Movimientos Sociales y que yo me he encontrado siempre en todas las movilizaciones en las que he participado–, gente muy generosa, muy discreta, que ha hecho todo lo que ha estado en sus manos por ayudar desinteresadamente a la sociedad… Otra cosa es la jerarquía eclesiástica, la Iglesia como institución, que desgraciadamente ha estado siempre muy lejos, incluso en complicidad con el poder… ¡Y me marcho corriendo porque el tren no espera! Besos.

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