Denunciando la guerra, construyendo la Paz.

Denunciando la guerra, Construyendo la Paz.

 Amparo Madrigal V.

Wendy Barranco es una joven estadounidense  que realizó una gira por España para denunciar las consecuencias de la guerra y la violencia hacia las mujeres en el contexto bélico. Viéndola y escuchándola hablar, es fácil comprender que esta joven vital, dinámica y entusiasta haya decidido enrolarse al ejército para ir a defender el país que había acogido unos años atrás. 

Llegó a Estados Unidos de Norte América, procedente de México cuando tenía cuatro años. Su madre había emigrado un año antes, y finalmente podían comenzar a vivir en el país donde dicen que todas las personas pueden alcanzar sus sueños: su Sueño Americano.

La finalización de sus estudios de secundaria coincidió con un tiempo inusual hasta entonces causado por el ataque terrorista del 11 de Septiembre. Un ambiente de exacerbado patriotismo y barreras económicas para acceder a los estudios superiores, convergieron en Wendy a la hora de tomar la decisión de alistarse en el ejército. Por una parte, tendría la posibilidad de conseguir una formación como personal sanitario, y por otra, participaría en la seguridad y defensa de su patria de acogida, una forma de agradecer la oportunidad que le había dado esa gran nación a ella y su familia. Y así fue como inició sus estudios como asistente médico de combate; una ocupación que requiere de nobleza y valentía, cualidades que ella irradia.

Pese a ello, lo que le sucedió después no fue el cumplimiento de su sueño, sino más bien la vivencia de una pesadilla, que no sólo afecta a las partes en contienda, sino que afecta a toda la humanidad que sufre las graves consecuencias de las guerras; pero en especial a esa parte de la humanidad, que sencillamente por ser mujeres, sufren la violencia de una manera especial.

En 2005, con diecinueve años, fue movilizada como enfermera anestesista en una unidad de hospitalización móvil en Irak, allí estuvo realizando su labor durante nueve meses consecutivos.  Para poder cumplir con su trabajo tuvo que desarrollar mecanismos de defensa que le permitieran sobrellevar la presencia constante de la muerte, el dolor y el sinsentido. Estos mecanismos inconscientes de protección hicieron que neutralizara en alguna medida sus emociones y sentimientos más profundos, viviendo día a día bajo un agotador estrés. Ayudar a salvar la vida de las y los soldados, y cuidarles durante la hospitalización pueden ser tareas altamente satisfactorias, sin embargo no es así cuando el contexto bélico y sexista añaden  dificultades a las tareas.

Y es que durante las guerras, las mujeres –soldados o civiles- no solo deben de protegerse del enemigo, sino que también tienen que sortear constantemente la competitividad sexista que presiona a las mujeres a actuar con el mismo rigor y rendimiento que los varones, y a la vez a defenderse del acoso sexual, cuando no es de las agresiones sexuales de los mandos superiores o de sus propios compañeros. Esta humillante y desagradable experiencia no se la contaron a Wendy, sino que tuvo esquivarla personalmente durante su estancia en el ejército. Estrategias que pueden pasar desapercibidas, pero que son decisivas en este ambiente (mantenerse alerta sobre el comportamiento del acosador, evitar lugares oscuros, reuniones  privadas en locales cerrados, etc.,) le que permitieron  regresar a casa sin lamentar el ultraje a su integridad personal.

Tras nueve meses en Irak, regresó a California para volver a la vida civil y retomar sus estudios. Pero la alegría no era auténtica, había sobrevivido y salido indemne de su experiencia militar, y sin embargo algo le decía que la pesadilla continuaba. Regresar a una sociedad en la que parecía que las necesidades trascendentales de la población era comprar el último modelo de “ephone”, mientras sus compatriotas están exponiendo su vida en combate; era incomprensible para ella.

Igual de incomprensible le resultó comprobar que las necesidades de reinserción y atención a quienes volvían de la guerra eran insuficientes, por no decir casi ausentes. Inicialmente no comprendía que existieran veteranos que criticaran las actuaciones del gobierno, pero su  propia evolución, durante el proceso de reinserción le hizo comprender que en efecto algo continuaba fallando. ¿Por qué es alto el número de suicidios entre los veteranos, por qué no hay programas de atención a la salud mental de calidad que faciliten el regreso a casa de todas y todos los veteranos? Estas preguntas, y muchas más preocupaban a Wendy sin encontrar una respuesta convincente.

Fue entonces cuando escuchó una conferencia de la organización Veteranos y veteranas de Irak Contra la Guerra (IVAW siglas en inglés) denunciando el engaño sobre el cual se había organizado esa guerra y las consecuencias que ha tenido en sus vidas y las de sus familiares, así como en la vida presente y futura del pueblo iraquí.

Entonces encontró sentido a sus interrogantes, según sus propias palabras, “algo se movió dentro de mí”, reconoció lo que estaba viviendo, y tomó conciencia de lo que había vivido, no sólo como soldado, sino también como mujer expuesta a un conflicto bélico. La violencia, el acoso, los entrenamientos agotadores que no permiten reflexionar, sino solo sobrevivir. Comprendió también el proceso deshumanizador que conllevan las guerras, así como la instrumentalización que se hace desde el poder de los sentimientos nobles y patriotas de la juventud, y de la utilización de las necesidades de la población migrante, que a cambio alistarse al ejército obtienen una ciudadanía de segunda clase cuando regresan de la guerra, si es que tienen la suerte de regresar vivos, completos y sanos.

Wendy lamentó la injusticia de todo aquello, pero también advirtió su fortuna al poder salir del infierno, de la muerte que le rodeaba, y de la gracia de volver a la VIDA. Hoy “vive de otra manera”, el entusiasmo ha vuelto a sus palabras, en el brillo de sus ojos refleja la ilusión de acabar con el dolor, el sufrimiento y la muerte causada por la guerra.   

 Actualmente milita en la IVAW, y junto a sus compañeros y compañeras actúan a favor de la retirada de las tropas de ocupación en Irak, abogan por la indemnización de los daños humanos y estructurales causados al pueblo iraquí, así como detener el saqueo de las riquezas materiales y culturales que deja sin expectativas de futuro a la población. Además, reclaman para todas y todos los veteranos de guerra a tener una atención sanitaria integral (prevención, cuidado, y rehabilitación, incluyendo especialmente el cuidado de la salud mental) que les permita disfrutar de su derecho a sanar y a recuperar la paz.

Hoy la batalla de IVAW, en la que Wendy participa, va más allá del conflicto bélico en Irak. Durante las charlas en las diferentes ciudades incluidas en su gira, replica a quienes con simpleza señalan al imperialismo estadounidense como el único causante de las injusticias de la guerra en Irak.   Para ella no sólo se trata de la actuación aislada del gobierno de los Estados Unidos, ésta no se podría realizar sin la alianza y participación de otras naciones. Por tanto, nos invita a reflexionar sobre el papel de las alianzas entre los gobiernos que permiten la existencia de bases militares alrededor del mundo, algo que solo se puede hacer por la tolerancia de la ciudadanía de cada país. Si los gobiernos logran establecer alianzas para hacer la guerra, Wendy y la IVAW nos animan a establecer alianzas entre la ciudadanía para Construir la Paz.

Para más información:  http://www.ivaw.org/

Audio de la charla en la Universidad de Valencia:

http://www.antimilitaristas.org/spip.php?article5472

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