Manuela Carmena.
Javier Martínez Andrade.
¿Quién es Manuela Carmena?.
Me resulta difícil definir me a mí misma. Tengo setenta años (los acabo de cumplir) y muchos proyectos entre manos con los que disfruto mucho. El juego de mesa de la justicia Play-tos, una empresa social zapatelasamelia.eu, un libro, el blog de reinventemos la justicia y otras muchas actividades muy interesantes, como la de miembro de la comisión de valoración de victimas de malos tratos policiales en el país Vasco. Me parece apasionante trabajar para mejorar en alguna medida nuestra realidad social. Si creo que me identificaría con algo así como una “renovadora social” o quizás ahora también se podría emplear el término tan manoseado de emprendedora social.
¿Por qué Derecho?
Me lo sugirió mi padre. No me gustaban las matemáticas e hice lo que en mi tiempo se llamaba un bachillerato de letras. Me gustaba mucho la filosofía y escribir. Le dije a mi padre que quería hacerme periodista y hacer la carrera de filosofía. Pero él me dijo que con la filosofía no se ganaba uno la vida. Mi padre era un hombre inteligente que nunca se enfrentaba de frente a los problemas. Siempre buscaba la negociación: -si quieres hacer filosofía, vale pero antes haces derecho. Puedes hacer las dos carreras me dijo.
Pero de pronto y ya en primero de derecho comencé a darme cuenta de lo que era el derecho. Me cautivó por lo que me pareció una fantastica herramienta para conseguir modificar la sociedad y atenuar las injusticias.
¿La mejor experiencia como abogada? ¿Y la peor?
La verdad es que es muy difícil el poder precisar un recuerdo aislado. Toda la época en la que fui abogada laboralista fue extraordinariamente interesante. Éramos un equipo de abogados todos muy jóvenes que estábamos inventando una nueva forma de hacer derecho. Veíamos por una parte la sorpresa y a veces hasta la indignación que suscitabamos en abogados más conservadores, pero su vez veíamos como poco a poco “ conquistabamos” a los magistrados de las antiguas magistraturas de trabajo” y como conseguíamos el reconocimiento de derechos de los obreros con los que trabajábamos. La peor sin duda fue la muerte de los compañeros en el atentado. Estos asesinatos fueron muertes tan absolutamente inútiles e injustas que nos dejan una herida incurable. Esa sensación de enorme injusticia que significo que aquellos amigos y compañeros acabaron su vida aquella noche por la estúpida decisión de un grupúsculo de fascistas del régimen franquista. Esta dramática sensación de que ellos acabaron allí la vida que estabamos empezando todos , no vieron la democracia que por fin nos llegó, no vieron crecer a sus hijos ni pudieron envejecer junto a nosotros. Podíamos haber sido cualquiera de nosotros , pero fueron ellos,
Del Bufete de la calle Atocha ¿qué te llevaste?
Me lleve muchísimas cosas pero sobre todo me lleve ese tesoro de haber comenzado a ejercer la profesión de abogado de una manera absolutamente distinta. Me lleve la calidez de trabajar en equipo con compañeros y amigos en una auténtica “democracia laboral” . En el despacho se resolvía todo de manera absolutamente democrática y aunque ahora nos pueda parecer casi imposible todos ganábamos igual en el despacho , los abogados , las secretaria , yla limpiadora: nuestra querida Rosa quien por las mañanas limpiaba y que por la tarde se encargaba de atender la entrada de los clientes. Quizás sintetizando podría decir que lo más importante de esa experiencia fue comprobar la gran capacidad de modificar el estatus quo que tenemos todos los seres humanos cuando nos lo proponemos y cómo podemos rentabilizar nuestros actos para mejorar el mundo, para disminuir injusticias, para lograr mayor felicidad para todos. Por supuesto además me lleve el inmenso regalo de tratar de tu a tu con tantos y tantos obreros , lideres sindicales algunos y otros simples currantes de las empresas de aquellos años, ( muchos de la construcción en la que yo estaba especializada ) que me permitieron identificarme con un mundo que me hubiera resultaba lejano desde mi condición privilegiada de entonces – universitaria de clase media alta-.
¿Y el paso a la judicatura por qué? ¿Con el mismo idealismo que en al comenzar como abogada?
El paso a la judicatura fue una consecuencia del cambio que nos imponía la democracia que por fin habíamos logrado para España. Y quizás también ahora cuando reflexionó desde mis 70 años es posible que ese cambio indicará mi manera personal de ser que en cierta medida siempre me lleva de una cosa a otra. Quiero decir que conforme he ido viviendo siempre el vivir nuevas experiencias me ha llevado a otras nuevas . El ejercicio de la abogacía sin duda me llevó directa o indirectamente al judicatura. En los últimos años de abogado laboralista me impacientaba el depender de los demás ; pedir justicia ., exigir justicia y de alguna manera surgió la idea de que quizás había llegado el momento de intentar hacer la por mí misma. El abogado pide al tribunal que haga justicia. El juez la hace. De todas formas creo que influyeron otras cosas. Me apetecía vivir en el campo cosa que siempre me gustó. Me atraía la idea de ejercer de juez en un pueblo pequeño. Mi experiencia en Santa Cruz de la Palma fue extraordinaria.
A su vez me pareció muy útil todo lo que yo había visto desde abajo, desde la abogacía que ahora me permitía cambiar desde la presidencia de los estrados, y convertirme en ese tipo de juez que me parecía que necesitaba la sociedad.
Según se dice fuiste azote de funcionarios de Instituciones Penitenciarias, yo creo que más bien defensora de los derechos de los presos ¿no?
El destino de Juez de Vigilancia Penitenciaria fue muy importante por muchas razones. Nunca tuve mala relación con los funcionarios de prisiones aunque a ellos ,en algunas ocasiones, les molestaran y mucho mis decisiones y les costará comprenderlas. De alguna forma creo que en la prisón se olvida con facilidad que las personas que están presas son ciudadanos igual que nosotros y de alguna manera prevalece sobre todo ese estatus de delincuentes que desgraciadamente parece que nos hace sentirnos superiores. Durante muchos años se debatío en el XIX sobre lo que debian ser las prisiones. Ahora en este siglo xxi parece que no hay interés en absoluto en reflexionar sobre ellas a pesar de que sean unos instituciones escaso crédito social. Las prisiones son consecuencia del derecho penal que es un derecho del castigo, que aplica sufrimiento ( pena ) a las personas que han cometido determinados delitos. Todo esto está muy en cuestión y en cierta medida en contradicción con lo que sin embargo las constituciones en general y la nuestra particular afirman de que el cometido esencial de las penas de cárcel es la reinserción. Reinsertar solo debe entenderse como el legitimo intento de la sociedad de modificar la conducta de una persona que ha hecho grave daño a la sociedad. Pero esto tiene muy poco que ver con la forma de concebir en la realidad la cárcel. Las cárceles están fundamentalmente atestadas de personas que no la precisan porque los delitos que han cometido no tienen verdadera trascendencia. Los delitos verdaderamente graves son los delitos contra la vida. Ahí en esos delitos es donde la sociedad debería centrar los esfuerzos de reaserción. Disminuir la violencia interpersonal (que afortunadamente en España es poca) es un objetivo. No está mal recordar que aunque nuestra tasa de homicidios es afortunadamente pequeña, la muerte de una persona a manos de otra siempre es tremenda y un objetivo de política criminal y por tanto de política penitenciaria seria la de conseguir reducir todo tipo de homicidios.
¿Qué opinas de la Justicia hoy?
He dicho muchas veces que es necesario reinventar la justicia. Lo mantengo. Pero esto no es sólo modificar las conductas de los jueces , los fiscales , y los abogados, sino también de plantearnos que son las leyes como se hacen y que se pretende conseguir con ellas, digamos que es necesario replantear todo lo que llamamos justicia y ver si eso es lo que la sociedad necesita. En mi criterio es necesario replantear también la carrera de derecho, la forma de estudiarlo en la que sólo se estudia la norma y no las consecuencias que la misma ocasiona y es necesario también que nos planteemos si los jueces y fiscales deben ser solamente expertos en derecho o si por el contrario deben tener también un perfil humano que les haga ser acertados en las valoraciones de las conductas que tienen que hacer y en los conflictos que tienen que resolver.
¿Es independiente la justicia? ¿Hay excesiva politización de jueces y fiscales?
La justicia como tal como servicio público de la administración de la justicia no es independiente, ya que depende de los correspondientes ejecutivos, tanto del estado como de las autonomías. Los edificios o recursos materiales como tales y los propios funcionarios de la justicia dependen efectivamente algunos del ministerio de justicia en aquellas comunidades que no se le han conferido las competencias y los otros de las correspondientes comunidades. Los secretarios judiciales ,que digamos son los directores de la gestión dentro de los propios juzgados dependen todos del Ministerio de Justicia y los jueces, son exclusivamente los que dependen del Consejo General del Poder Judicial sin perjuicio de que este organismo de gobierno de los jueces en nada puede interferir en la capacidad que tiene cada juez de resolver los asuntos que le correspondan en la forma que en conciencia crea que debe hacerlo. Es por tanto un tema muy complejo porque sin perjuicio de que es importante que preservemos con uñas y dientes la independencia de los jueces, a la hora de resolver los asuntos que les correspondan ,en conciencia y sin recibir nunca instrucciones formales de las autoridades jerárquicas de la carrera o del propio Consejo General del Poder Judicial ,la dependencia de los funcionarios secretarios y de los medios de la propia administración de justicia es del poder ejecutivo lo que en la practica condiciona y mucho la capacidad del juez de resolver. Todo esto genera, además un esquema confuso. Cuando se prolongó la Constitución había la idea de que toda la administración de justicia, incluido por tanto los medios y su personal debería depender del Consejo General del Poder Judicial. Ese es mi criterio y así debería ser. Sin embargo cada vez nos alejamos más de ese principio, el único coherente y que le da contenido al Consejo General del Poder Judicial. La nueva regulación del Consejo General del Poder Judicial ha sido un golpe muy importante para la independencia judicial. En lugar de darle las competencias que precisaría un poder judicial independiente se las ha restringido.
Pues nada más que darte las gracias, gracias por el tiempo que nos has dedicado y gracias por ser una utópica luchadora de la justicia.