Enrique Priego
Párroco de Pedrera y miembro de las CCP de Antequera
Es a finales del año 2004 cuando ciudadanos de Rumanía comienzan a llegar a Pedrera. No venían directamente de su país. Habían hecho la vendimia y la recogida de aceitunas en Extremadura.
Por aquella fecha la mayoría de los jornaleros de Pedrera estaban empleados trabajando en la construcción; unos, los más, en la Costa del Sol, otros trabajaban en los distintos talleres de herrería, carpintería metálica o de madera, conductores de camiones o furgonetas…
Es la falta de mano de obra para el campo la que hace el efecto de llamada y es también la apertura del Gobierno para los países del Este.
En la campaña de la recolección de la aceituna 2004-2005 aparecen tres familias (15-20 personas), pero en la siguiente (2005-2006) se duplica el número de rumanos, más ecuatorianos, marroquíes, argentinos… Aunque el grueso del número son los rumanos.
Las casas vacías y no muy confortables se empiezan a llenar de rumanos. Aunque hay casas vacías y en buenas condiciones, sin embargo, los propietarios no quieren alquilarlas a los rumanos. “Son gentes toscas, de campo, no están acostumbrados a nuestras cosas, ni a llevar una casa…”. Es verdad que a los pocos mayores que vienen se les nota una cierta cultura pero a los treintañeros para abajo se les ve una falta de preparación. Eso sí, de móviles y Cd están muy puestos.
En la temporada 2006-7 acuden más rumanos. Empiezan a tener dificultades para el alojamiento. Tienen trabajo pero no tienen vivienda. Al trabajar un tanto por libre, es decir no hay contrato ni nóminas ni… No hay compromiso por parte de los patronos. Empezamos a verlos dormir en los coches, en las afueras del pueblo… Forman una especie de campamento en distintos puntos cercanos al pueblo.
La gente más sensibilizada les facilita mantas, ropa de abrigo, utensilios para cocinar, enseres… Se les proporciona alimentos. Se hace alguna gestión para que les alquilen casas, naves, pero con poco resultado.
Esta situación es la que me empieza a desafiar. Hablo con un amigo para que lo acoja en su nave. Lo acoge e incluso termina de preparar un local admitiendo a varias familias. Da trabajo a una familia con dos hijos de corta edad. Tienen dificultades y después de la temporada de las aceitunas y que un matrimonio que había estado alojado en mi casa y se marcharon a Rumanía me pide venirse a vivir a la casa. Es el matrimonio con tres hijos de 8, 3 y 2 años, pero ella venía em-barazada del cuarto. Desde marzo de 2008 están viviendo conmigo los seis.
Al acogerlos era consciente del compromiso que adquiría, era además una manera de poner en tela de juicio el comportamiento de rechazo por parte de cierto sector del pueblo. Sobre todo era una manera de provocar a aquellos que tantas pegas ponían a alquilarles vivienda. Aunque la verdad es que hemos conseguido bien poco.
Cuando llegó la avalancha no tenían Cartilla Sanitaria (en 2007). Solicitamos el empadronamiento de muchos dando el domicilio de la Sacristía o de la casa parroquial y así le dieron la primera Cartilla Sanitaria.
En dependencias de la Sacristía se han llegado a alojar 20 personas.
No quisiera ser negativo porque hay mucha gente que están preocupados por las necesidades de los otros. En estos últimos años hemos tenido que vivir de cerca la muerte de tres personas rumanas: dos por accidente de coche y uno por infarto y el pueblo colaboró bastante bien en el gasto de traslado de cadáveres, enterramiento y en la ayuda a las familias.
Soy consciente de que hay gente que no ve de buen grado que acoja y me preocupe por los rumanos y los marroquíes, pero, hoy por hoy, son ellos los pobres y necesitados a los que les dedico más parte de mi tiempo, como al principio de mi llegada fueron algunos de esos que hoy no están de acuerdo con mi proceder actual. Es verdad que entonces fui mal visto por, diríamos, la clase pudiente o al menos la situada. Hoy soy mal visto, mal considerado por algunos de los que se beneficiaron de nuestro proceder. Pero eso lo tenía asumido, aunque me duela. En esa línea trabajó Jesús de Nazaret, y aunque con bastante distancia, ese debe ser mi caminar, si no ¿qué sentido tiene ser cristiano y cura hoy día, cuando hay tanta gente que lo está pasando mal y cuando hay tantas otras que pasa olímpicamente de todo?