Urgencia Económica. Joaquín Sánchez Sánchez . PAH MURCIA.
La salida de la crisis: no se puede servir a dios y al dinero.
Se habla mucho de las medidas que se pueden aplicar para salir de esta crisis económica (estafa financiera), que, según la ideología política, van en una dirección o en otra. Llevamos años oyendo diversas medidas económicas: que si hay que bajar impuestos, que si hay que subirlos, que si hay que recortar, que es insuficiente lo que se está recortando, que vamos por la buena senda, que hay recuperación, que si hay que aumentar la productividad (trabajar más) y la competitividad (bajar sueldos), que si hay muchos empleados públicos, que la Ley de Dependencia es insostenible, que nuestro sistema de pensiones está en peligro… Así un incontable conjunto de comentarios económicos de lo que debía aplicar para salir de esta crisis económica. Una cosa que es evidente es que hay recursos suficientes para cubrir las necesidades básicas de cada persona y articular medidas necesarias para ello, como puede ser la renta básica o dotar de recursos suficientes a la Ley de Dependencia ¿Cuántos abuelos han muerto antes de tiempo por falta de calidad de vida? Es tremendo ver cómo no se aplica esta ley a nuestros mayores porque desde las administraciones públicas se dilata su aplicación con la esperanza de que fallezcan. ¡Qué miserables! Hay dinero más que suficiente. Aquí viene muy bien la expresión de Gandhi: “Hay recursos suficientes para todo el mundo, menos para la avaricia de unos cuantos”.
El problema lo tenemos en que vivimos en una sociedad capitalista, neoliberal, que tiene su propia ética y cuyos valores se centran en que este mundo se basa en la desigualdad progresiva, de tal manera que cada vez haya más empobrecidos y que las élites financieras y económicas sean un club muy reducido y selecto. La ética capitalista tiene como valores la avaricia, la codicia, el vale todo; no hay escrúpulos para conseguir el máximo beneficio y rentabilidad, para la corrupción, para comprar voluntades políticas, militares, religiosas, sindicales, para la violencia etc. Esa es su ética y es la que estamos viviendo desde hace muchísimos años. Aunque resulte llamativo, los inmorales son aquellos que luchan por la justicia, la libertad, la paz, la fraternidad y la reconciliación. La ética que impera es la capitalista y desde esta ética han logrado que nosotros intentemos vivir valores derivados de su avaricia, como son la sumisión, la resignación, la obediencia, la evasión y el sálvese quien pueda, que tiene su expresión en “a ver si tuviera suerte y encontrara algo”…Hasta han logrado que pensemos que tener trabajo es un privilegio, sea en las condiciones que sea, y no un derecho.
Desde esa ética más elemental y basada en los Derechos Humanos y en nuestros valores constitucionales nos podemos hacer las siguientes preguntas: ¿Es moral pagar la deuda de los banqueros españoles a los alemanes y franceses a costa de que la gente pase hambre, pierda su trabajo y su vivienda? ¿Es moral que se aprueben leyes que recortan derechos fundamentales de las personas? ¿Es moral intentar criminalizar y reprimir las protestas de la ciudadanía? ¿Es moral el silencio de instituciones sociales, sindicales, religiosas…ante el desmantelamiento de la sociedad del bienestar social? Si a un capitalista le dices que si está bien especular con los alimentos básicos en la bolsa y que esa especulación está costando millones de muertes más y el aumento de la hambruna, te dirá que sí. La vida de los demás no importa. Es su ética: la ética del acumular ganancias sin límites.
La salida a esta crisis es ética, pero sustituyendo a la ética del capitalismo. Por ejemplo, la corrupción tiene una factura, según un estudio acreditado de la Universidad de Las Palmas, de 40.000 millones de euros cada año; si hubiera ética, dispondríamos de este dinero. Otro ejemplo es el fraude fiscal y la evasión de capitales a los paraísos fiscales, que están cifrados en 90.000 millones de euros al año. Si la ética de la honestidad, de la justicia, de la honradez y de la responsabilidad social primara, España no estaría en crisis. Habría dinero suficiente no sólo para mantener la sociedad del bienestar social, sino para mejorarla.
La solución a los graves problemas de este mundo y a sus injusticias pasa ineludiblemente por la ética que tiene como eje la defensa de la vida y la felicidad humana como aspiración. Esta es la urgencia económica: moralizar la economía, no economizar la moral, porque nuestro Dios es el Dios de la vida, de la abundancia de vida, sin excluir a nadie, creando una humanidad de todos y para todos.