Testimonios sobre la Revista Utopía.

Testimonios sobre la Revista Utopía.

Antiguos miembros del Consejo de Redacción.

                        Algunas personas que durante algún tiempo fueron parte del Consejo de Redacción de Utopía, han querido manifestar su vivencia y recuerdo ahora que la revista se cierra.

            De una o de otra manera se afirma que la revista ha sido no solo un lugar de trabajo y encuentro de las personas, sino también un buen medio, aunque modesto, para comunicar las propias experiencias e inquietudes.  

            Lo que finamente se ha perseguido es hacer comunidad.

Alejandra Villaseñor

Utopía para mí ha sido un descubrimiento

Mi participación en Utopía ha sido en realidad breve pero no por ello menos sentida. Yo no pertenezco a una comunidad cristiana de base y no tengo una trayectoria compartida entre sus miembros. Así, Utopía ha sido un descubrimiento. 

 No había conocido un espacio cristiano de reflexión tan diferente, tan reivindicativo, tan militante, tan cerca de la gente, de los problemas de todo mundo, desde abajo, sin una posición paternalista como ocurre muchas veces en la Iglesia… una utopía, nunca mejor dicho.

No sabía que la fe y la lucha de las izquierdas podían ir juntas, que un sacerdote podía acompañar y no solo ir por delante. Las personas que forman parte de Utopía, y especialmente, Evaristo Villar, me han removido, me han inspirado, me han dado esperanza en la existencia de una fe y una vida cristiana diferente.

En mi caso, el cierre de Utopía difícilmente puede ser vivida como el fin de una etapa. Por diferentes circunstancias vitales no pude involucrarme más, y por lo mismo, me quedo con ganas de mucho más.

Agradezco infinitamente la confianza y la oportunidad de haber conocido a Utopía y a las personas detrás, y aprovecharé el impulso para seguir en la búsqueda de eso… de la utopía.

Tere y Alfonso

Comunidades Cristianas de Base de la Región de Murcia

Utopía, una Comunidad Intercomunitaria

No recuerdo la fecha en que nos incorporamos al Consejo de Redacción de Utopía. Utilizo el plural porque, aunque sólo era yo quien figuraba en la lista del Consejo como representante de las Comunidades Cristianas de Base de la Región de Murcia, Tere, mi mujer, al igual que el resto de consortes, estaba ahí, compartiendo tiempo, ideas, aportaciones, trabajo, etc.

Nuestro querido Cayetano Moreno nos pasó el testigo cuando él ya no podía hacerse cargo personalmente de tantas responsabilidades como echaba sobre sus espaldas. Y nosotros, abiertos siempre a colaborar desde el movimiento comunitario, aceptamos la responsabilidad.

Tengo que decir que acogimos el encargo con ilusión –siempre hemos considerado que lo intercomunitario nos ayuda a ampliar horizontes- pero, por lo que a mí respecta, con miedo e inseguridad. Íbamos a codearnos con grandes y renombrados teólogos y yo, pobre de mí, no me sentía capacitado para alternar con personas con niveles teológicos que a mí se me escapaban. Tere sentía que yo sí podía, pero ella se sentía con un nivel más bajo todavía que yo y se apoyaba en mí, aunque luego, en casa, colaboraba en el compromiso adquirido.

Así pues, cuando acudimos a la primera reunión del Consejo, íbamos cohibidos. No recuerdo sobre qué número de la revista íbamos a trabajar, pero sí recuerdo que, en el transcurso de la reunión, iba repasando las caras y los gestos de los allí presentes, así como las intervenciones de cada uno, pero sin atreverme a intervenir, entre otras cosas porque estaba intentando hacerme con la dinámica de la reunión.

Con el paso del tiempo (poco tiempo) fuimos compartiendo, interviniendo, aportando. El ambiente que allí se respiraba propiciaba el acercamiento, la camaradería, el trabajo compartido. Vimos que aquellos grandes teólogos lo seguían siendo, pero eran también grandes personas, cercanas, sencillas, que ponían su saber al servicio de todos.

Pronto nos daríamos cuenta de que aquello no era sólo un grupo de trabajo; allí se respiraba servicio, alegría, amor, cercanía, empatía. Con el tiempo, el Consejo de Redacción llegó a ser, para nosotros, una Comunidad, una Comunidad intercomunitaria, por llamarla de algún modo que nos fue uniendo cada vez más. Las comidas después del trabajo y las convivencias anuales crearon unos vínculos y una comunión que nos hicieron acentuar más esos lazos, hermosos lazos, al poder convivir un poco más, a nivel personal y compartir vivencias e intimidades. Y aunque el contacto personal entre nosotros ya no es el mismo, esos vínculos nunca se romperán.

“Utopía” ha sido un referente en nuestras vidas y lo seguirá siendo. Ya forma parte de una hermosa experiencia de vidas compartidas, unidas por el amor y la fe en Jesús de Nazaret que nos llevan a estar allí donde somos necesarios para denunciar y tratar de reparar una injusticia, una afrenta a un ser humano.

Creo que es sentimiento común que esta experiencia ha cumplido su objetivo. El cierre de la revista no supone un fracaso sino una satisfacción. Hemos cubierto una etapa donde se han ido alternando las crisis y las esperanzas y el objetivo de “Utopía: revista de cristianos de base” se ha alcanzado. La revista ha servido de catequesis y punto de referencia para el movimiento surgido a raíz del Concilio Vaticano II; la primavera de la Iglesia hizo brotar muchas flores, entre ellas la revista “Utopía”

Un gran abrazo para todas/os.

Amparo Madrigal Vílchez

 No es fácil decir adiós

Así cantaba el coro de una de las canciones de la misa campesina nicaragüense y es que verdaderamente no es fácil cuando la vivencia ha sido tan buena y el futuro parece distópico.

Personalmente, colaboré unos pocos años, sin embargo, lo que aprendí y disfruté fue, y sigue siendo, invaluable. Reconozco mi admiración por los compañeros que han impulsado esta revista durante décadas.

Compartir la planificación de cada número, convivir algunos días juntos para reflexionar y evaluar el trabajo realizado desde la perspectiva del evangelio liberador, fue muy importante para mí.

Agradezco a cada una de las personas que entrevistara para la revista, a la vez que doy las gracias por los artículos y profundas reflexiones de compañeros y compañeras con muchos más años de experiencia que yo, que viven el evangelio comprometidos siempre con las causas más justas. Siempre estaré agradecida. Y por supuesto, a aquellas lectoras que me hicieron llegar sus comentarios.

Pepa Torres Pèrez

Utopia es, ha sido y seguirá siendo, brújula, caricia, grito, protesta con propuesta en la vida de mucha gente

Empecé a colaborar con la revista Utopía en el año 2000, año en el que, tras una crisis eclesial muy dolorosa por conflictos de género, en otra ciudad, decidí replantearme algunas cuestiones vitales y venirme a Madrid. En este tiempo de cambio decidí terminar los estudios en teología, re-optar por las periferias y con quienes las transitan e incorporarme activamente a la lucha contra las fronteras, el antirracismo y el feminismo, haciendo de estos escenarios sociales y existenciales mi lugar teológico y epistemológico desde entonces.

Todo ello fue un parto tan arriesgado como confiado, del que nació Pepa Torres Pérez (antes María José Torres Pérez) y la comunidad y la Red Interlavapiés. Ese alumbramiento tuvo muchas comadronas y comadrones y sin duda algunas comunidades de base de Madrid, sobre todo Santo Tomas de Aquino y la revista Utopía me ayudaron mucho con sus “empujones” y cuidados.

Me resulta imposible enumerar cuantos artículos de Utopía he trabajado desde mi juventud hoy en grupos populares diversos, como narrativas de sentido y de lucha que visibilizaban, como diría Dorothy Day, que El evangelio es ahora, el evangelio es hoy. Gracias porque Utopia es, ha sido y seguirá siendo en la vida de mucha gente: brújula, caricia, grito, protesta con propuesta.

 Seguimos 

Pepa Úbeda

 Siempre nos quedará UTOPÍA

El adiós de UTOPÍA me ha “noqueado”: la imaginé eterna. Pero su “Hermes online” me ha recordado que nada hay inmortal. Afortunadamente, la tecnología nos permitirá conservarla.

Mientras la ojeaba, he comprobado que, en ocasiones, introdujo contenidos que, varios años después, publicarían otros medios. El cuarto trimestre del “viejo” 2008, por ejemplo, se centró en la “salud” de nuestro planeta…Después, he recordado que incluía variados géneros: editorial, artículos, reseñas, entrevistas, imágenes… 

No olvidaré las jornadas trimestrales que nos reunían para programar el siguiente número: se me hacían instantáneas, por lo fructíferas e intensas. Ni su colofón, el fin de semana anual que nos reunía en una convivencia afectuosa y dilatada.

Siempre nos quedará UTOPÍA.

Raquel Mallavibarrena

Corriente Somos Iglesia y Redes Cristianas

 Utopía ha sido un elemento de cohesión y fortalecimiento importante para las comunidades y grupos de base de toda España

Durante unos años, hace ya tiempo, pertenecí al Consejo de Redacción de Utopía y también eché una mano en los temas administrativos de la revista. Fue para mí una oportunidad de ampliar mi conocimiento de lo que podríamos llamar el cristianismo de base en España. La revista reflejaba la vida y realidad de los distintos grupos y comunidades existentes.

Me encontré con personas de una gran trayectoria, con muy buenas ideas e iniciativas y con mucho compromiso. Recuerdo las conversaciones para diseñar cada número, las aportaciones que llegaban y que seguían enriqueciendo mi visión de la vida y me daban que pensar (yo ya era suscriptora de Utopía entonces).

Los fines de semana de convivencia de los miembros del Consejo de Redacción fueron una ocasión privilegiada para compartir experiencias y conocernos mejor, además de la posibilidad de visitar sitios preciosos de nuestra geografía.

Pienso que Utopía ha supuesto un elemento de cohesión y fortalecimiento importante para las distintas comunidades y grupos de base de toda España, sobre todo en los años en los que aún internet no estaba tan extendido y menos todavía las publicaciones digitales que ahora son muchas. Las circunstancias cambian y hay que adaptarse a ellas, pero de ningún modo hay que tener una sensación de fracaso, al contrario, yo entiendo el cierre de Utopía como una tarea cumplida y que ha sido tremendamente útil durante muchos años.

Gracias a Evaristo Villar por darme la oportunidad de entrar en el Consejo de Redacción y a todas las personas que pertenecían a dicho consejo en aquellos años. Un último recuerdo para las poesías que siempre aparecían en la contraportada de los distintos números y a las personas que se encargaban de proponerlas. ¡Qué buenos pensamientos y sentimientos tan bien expresados!

El horizonte utópico y la denuncia profética a los que ha apuntado la revista desde su comienzo y a los que tanto ha contribuido con los números publicados, seguirá siempre de un modo u otro en nuestras páginas web, comunidades y grupos.

Deja una respuesta